Cuando oigo hablar a alguien y decir que está harto de darse contra las paredes, de llevarse desilusiones, de que se le rompa el corazón, le escucho y pienso cuanto le envidio.
Le envidio porque es capaz de ilusionarse aunque luego se tropiece y encuentre la parte amarga de la vida. Porque si a el le rompen el corazón es porque tiene uno lo suficientemente tierno capaz de partirse en mil pedazos como un cristal.
Yo hace tiempo que enterré mi corazón en algún lugar profundo y gélido de mi ser. Y dejé de emocionarme con las caricias, con los abrazos, dejé de sentir los desprecios, los insultos, pero también el amor y el afecto.
Sin darme cuenta y sin saber cómo evitarlo dejé de sentirme viva... Me resigné a estar en este mundo sin formar parte de él...
"NO SER INFELIZ NO SIGNIFICA SER FELIZ, A VECES, SIGNIFICA SER INDIFERENTE"
No creo que el precio de la felicidad sea el dolor, pero sin duda aún asi sería mejor que la ausencia de vida que comentas.
ResponderEliminarEspero que sea un fase y vuelvas a latir.
Muchas gracias Pilar por tu comentario, y seguro que si que acabo encontrando la solución para que mi corazoncito vuelva a latir con tanto fuerza como antes :)
EliminarUn besito muy fuerte!!